domingo, 12 de enero de 2014

EL BAUTIZO NOS HACE HIJOS DE DIOS



No es una formalidad ni un capricho, ni tan siquiera una forma de señal o rito. Nada de eso, se trata del momento cumbre donde, por el agua y el Espíritu somos santificados y purificados para entrar en la familia adoptiva de Dios. Es el Señor Jesús quien se hace Bautizar, no porque lo necesite sino porque con él santifica las aguas y nos entrega su Espíritu para hacernos, junto a Él, coherederos de la Gloria de su Padre.

No quiere decir eso que todos, incluso los no bautizados, seamos criaturas de Dios, y sus hijos, pero es el Bautismo la puerta que nos baña de su Gracia y nos entrega su Espíritu para que, santificados, podamos emprender el camino de conversión, que necesitamos cada día, para crecer en santidad.  

Es entonces cuando podemos llamarnos verdaderos hijos de Dios, porque le hemos aceptado como Padre y porque hemos recibido su bendición, libre y voluntariamente, y al Espíritu Santo para la lucha diaria contra las inclinaciones y tentaciones del mal. Así, armados por su Gracia e injertados en el Espíritu podemos vencer en la lucha de cada día contra nosotros mismos, contra nuestras tendencias humanas tocadas por el pecado original y contra las tentaciones y propósitos del Maligno que nos acecha.

Danos Señor la sabiduría de abrir nuestro corazón a tu Gracia y al Espíritu Santo para que podamos salir victorioso en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.