domingo, 17 de marzo de 2013

DÍA DEL SEMINARIO



ORACIÓN

Oh, Padre, haz que surjan entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al Sacerdocio, que mantengan viva la fe y custodien la seductora memoria de tu Hijo Jesús mediante la predicación de su Palabra y la administración de los sacramentos, con los que tú renuevas continuamente a tus fieles.

Danos santos ministros de tu altar, que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía, sacramento del don supremo de Cristo para la redención del mundo.

Llama a ministros de tu misericordia que, mediante el sacramento de la Reconciliación, esparzan la alegría de tu perdón.

Haz, oh, Padre, que la Iglesia acoja con gozo las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo y que, dócil a sus enseñanzas, fomente vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.

Fortalece a los obispos, los sacerdotes, los diáconos, los consagrados y todos los bautizados en Cristo para que cumplan fielmente su misión al servicio del Evangelio.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor, amén.

¡María, Reina de los Apóstoles, ruega poro nosotros!

Benedicto XVI

   

DE DOMINGO A DOMINGO



Cuando miramos a las leyes, estamos mirando para que otros la cumplan. Y la cumplan estrictamente ante la amenaza de caerles, en caso de no cumplirlas, el peso de la ley. Sin embargo, cuando la ley no ataña a nosotros, aplicamos una medida más benigna o la excluimos de nuestras obligaciones. No es lo mismo una mujer adultera que un hombre adultero. 

Aún siendo el mismo delito, en una es un delito con pena de muerte incluida, mientras en otro no existe ningún tipo de delito y le está permitido. La aplicación de la ley no es igual según el caso, la persona o el género. Posiblemente Jesús advierte estas diferencias y nos desnuda con su propuesta: "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra".

¿Estamos nosotros limpios de pecado? ¿Con qué autoridad nos atrevemos a juzgar los pecados de los demás? ¿Puede un mal ejemplo, dar un buen ejemplo? ¿Se puede condenar estando condenado? Porque quien condena resulta que también ha cometido el mismo u otros delitos. 

Por eso, a la propuesta de Jesús, todos empezaron a desfilar comenzando por los más viejos. Precisamente los que más habían pecado. Se necesita ser misericordioso para poder perdonar, porque, gracias a eso estamos nosotros vivos y con esperanza de alcanzar vida eterna. Sí, por la Misericordia de Dios hemos sido nosotros rescatados, y también por la misericordia que seamos capaces nosotros de dar, seremos también perdonados y salvados.

EN EL CAMINO CUARESMAL



5º DOMINGO DE CUARESMA
10 de marzo 2013
Is 43, 16-21
Sal, 125
Flp 3, 8-14
Jn 8, 1-11

"Al soplo de tu misericordia"

Señor mío y Dios mío,
Tú que te manifestaste a Elias
en la brisa suave;
Tu que has enviado a tu Hijo,
no para condenar al mundo
sino para salvarlo,
haz que la brisa suave
de tu misericordia,
el Espíritu Santo,
nos mueva a tener misericordia
con los demás
como Tú la has tenido
con nosotros,
para amarnos unos a otros
como Tú nos has amado.    

SAN PATRICIO

San Patricio


Este santo nació en Gran Bretaña hacia 385 y muy joven fue consagrado Obispo de Irlanda. Lo llevaron cautivo a guardar ovejas a Irlanda y entonces oraba de continuo y en él crecieron el Amor y Temor a la grandeza Dios. Luego, dedicó su vida a evangelizar y empleaba un lenguaje sencillo. El Santo sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos y escribió su Confessio, desde donde podemos comprender su hondo sentimiento humano. Realizó su Apostolado durante 30 años, convirtió a Irlanda al Cristianismo y su obra dio muchos frutos.

7 de marzo de 2013, domingo V de Cuaresma. Ciclo C.
Oración de la mañana (laudes)

Oraciones del día descargables en PDF aquí.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO I (a elegir uno de los tres siguientes)
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

Antífona 1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio.

SALMO 62: El alma sedienta de Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio.