domingo, 3 de marzo de 2013

DE DOMINGO A DOMINGO



Ser consciente de que nuestro Padre Dios ha dejado una gran responsabilidad en cada uno de sus hijos, es, en mi humilde opinión, el comienzo de empezar el camino de conversión. Porque para convertirse hay primero que tomar conciencia de lo que eso significa, pues si no es así, nuestro camino no será firme ni tendrá un rumbo claro y decidido.

Se nos ha dado mucho, todo lo que anhelamos para conseguir eso que buscamos:  "La felicidad eterna", pero al mismo tiempo se nos ha dejado en nuestras manos. Dependerá de nosotros que nuestra tierra, nuestra higuera particular dé frutos. Pero al mismo tiempo, esa dependencia de nosotros mismos no es total ni directa, sino que será por obra de la Gracia de Dios en nosotros.

Diremos que Dios, por que así Él lo ha querido, nos ha dejado en nuestras manos la elección. ¿Quieres dar frutos? Pues ponte en mis Manos, entregame tu vida y tu infertilidad. Entregame tu tierra estéril y confía en mí. YO la regaré para que dé los frutos esperados. Necesitamos de Dios, pero Dios espera nuestro sí.

Señor, hasta en mi pobre decisión necesito de Ti. Dame la luz y la fortaleza necesaria para poner toda mi voluntad en tus Manos. Quiero hacer de mi vida una higuera fértil y dar los frutos que Tú has pensado que yo puedo dar.


EN EL CAMINO CUARESMAL


 3º DOMINGO DE CUARESMA


3 de marzo 2013
Ex 3, 1-8a.13-15 Sal, 102
1Cor 10, 1´6. 10-12
Lc 13, 1-9

"LA PRUEBA: UNA PRO-VACACIÓN"

Jesús, Salvador nuestro,
Tú que eres compasivo
y misericordioso,
perdona nuestra falta
de confianza en Ti
en los momentos de prueba.
Gracias por la infinita paciencia
y ternuraque tienes con nostros,
nos vas cuidando y esperando
 que demos frutos de santidad.
Haz que la prueba sea 
para nosotros
una oportunidad para crecer
y madurar en el amor.
"Bendice alma mía al Señor
y no olvides sus beneficios".

SAN INOCENCIO DE BERZO

http://www.escuelacima.com/beatoinocencioberzo.html
(Ver aquí)


Nació en Niardo en Valcamonica (Brescia) en 1844. Se ordenó sacerdote en 1867 y se distinguió por su desprendimiento de las cosas, su caridad con los pobres, la asistencia a los enfermos y la predicación humilde. El Señor lo llamaba a una vida más austera e ingresó en los Hermanos Menores Capuchinos con el nombre de Fray Inocencio.

Terminó en el Convento de la Santísima Anunciata donde encontró lo que anhelaba su espíritu: ser santo. Murió con 46 años cuando el Señor llamó a este siervo bueno y fiel que había vivido en la humildad y en la pobreza.



V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO I (a elegir uno de los tres siguientes)

Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

Antífona 1: Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.

SALMO 92: Gloria del Dios creador
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.