martes, 20 de junio de 2017

Amen a sus enemigos...

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo  según San Mateo 5,43-48.


Jesús dijo a sus discípulos:

Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;  así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.

Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?

Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

Palabra del Señor

Reflexión P. J. Garcia
La máxima "sean perfectos como lo es el Padre del Cielo" instituye el modo de proceder de Dios, como paradigma de nuestras vidas. Frecuentemente nos sentimos cómodos estableciendo categorías que nos diferencien; y permitan clasificar la realidad o discriminar situaciones de modo claro; porque de esta manera encontramos los parámetros de nuestras acciones. Esto nos brinda, seguridades e incluso nos permite alardear sobre nuestra conducta. El mandato evangélico en cambio nos invita dar un salto cualitativo para transformar lo cotidiano en algo extraordinario. Jesús señala que en la vida ya no podemos movernos por puras simpatías o antipatías, ni tampoco según la bondad o maldad manifiesta de terceros, ni por la fraternidad que nos une. Exige que nos inspiremos en nuestro Padre que persevera en la practica del bien, como expresión de su justicia. El precepto no implica actitudes temerarias, ni ingenuas, sino todo lo contrario conscientes de las realidades que vivimos, ha de llegar a ser un llamado a la conversión fundamentando que en el amor y en la oración. Que este fundamentada nuestra conversión en el Amor y la oración, y sobre todo por aquellos que nos hacen daño, por aquellos que nos caen mal, eso no es tan fácil pero es lo que hay que practicar. Porque el amor perfecto de Dios es amar a todos buenos y malos. Pues nosotros también debemos de amar y perdonar de todo corazón.