jueves, 15 de junio de 2017

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor”, le dijo el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque en junio de 1675.

En esa revelación, el Señor le encomendó a la santa una misión: “Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares”.
“También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”, añadió Jesucristo.


I.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad les digo, pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá la puerta!".
He aquí, que confiando en tu  palabra divina,  llamo, busco, y te pido la gracia......

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confió!

II.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad les digo, todo lo que pidan a mi Padre en mi Nombre, El se los concederá".
He aquí, que confiando en tu palabra divina, pido al  Eterno Padre en tu nombre la gracia.......

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confió!

III.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad les digo,  los cielos y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán"
He aquí, que confiando en la infabilidad de tu  palabra divina, te  pido la gracia......

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confió!

¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús!, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre.

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confió!

¡Jesús Manso y Humilde de Corazón, has mi corazón semejante al tuyo!

San José Padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.

Rezarla durante 9 días.
Se puede rezar diaramente

Cuerpo y Sangre de Cristo...

Evangelio  de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan: 6, 51-58

Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.

Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”.

Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su  sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”.

Palabra del Señor

Reflexión P. J. Garcia
Lo que Jesús hizo en la última Cena, darnos un Sacramento o un signo Sagrado por el cual participáramos de su Cuerpo y de su Sangre, no fue una ocurrencia del momento. Jesús ya lo había previsto y lo había anunciado cuando nos ofreció una comida divina no en orden a la salud corporal sino en orden a una vida superior y eterna; que le facilitaría al ser humano alcanzar la plenitud de la vida en Dios a la que a sido llamado. Ese maravilloso don de Dios el que come mi Carne y bebe mi Sangre vive unido a mi y yo vivo unido a él. Se nos ofrece en cada una de las misas, pero a muy pocos interesa el sentido original, con el que Jesús se nos ofreció en el alimento. Hemos hecho de las solemnes Misas un ostentoso y pintoresco carnaval del que nos hemos servido para exhibir la refinada soberbia de nuestra vanidad. La Misa es lo más hermoso que tenemos en el mundo, de aquello que nos da la Vida Eterna. Ojala que nunca dejemos de recibir al Señor cuando vamos a Misa.