miércoles, 12 de abril de 2017

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Nuestro Papa Francisco nos deja hoy un hermoso mensaje. ¡Qué bien lo explica! Nos descubre nuestras mundana intenciones cargadas de intereses, de beneficios milagrosos, de prosperidad, de bienestar hedonista y de querer pasarlo bien. Nos interpela porque, quizás, buscamos un Jesús que nos propicie una vida cómoda, placentera y sin problemas.

Y es verdad que como humanos estamos tentados a eso. Nuestra naturaleza está herida y debilitada, y sólo en el Señor recobra su fortaleza y su salud. Pero, como muy bien nos dice el Papa Francisco, sólo si estamos dispuestos a morir. A morir como el grano de trigo; a renunciar a ese hedonismo voluptuoso que nos endiosa y nos separa del verdadero Amor, lo único que nos salva eternamente.





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 12 de abril de 2017


Queridos hermanos y hermanas:

El pasado domingo hemos hecho memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén. Muchas de las personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de los invasores. Todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz. Nosotros por el contrario creemos que del Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor.

Jesús lo explica con la imagen del grano de trigo que cae en tierra, si éste permanece cerrado en sí mismo, no sucede nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que producirá fruto. Él es el grano que ha caído en tierra desde el cielo y ha transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría, perdón y resurrección.

En esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro Señor. El amor más grande es el de aquel que se entrega sin reservas y da todo lo que tiene. El que se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a caminar hacia la meta de nuestra esperanza, contemplando la cruz como el dolor de una madre en el momento de dar a luz. Cuando la nueva vida nazca, no recordaremos el sufrimiento, porque la alegría pascual inundará todo con su luz. Que Dios los bendiga.