martes, 7 de marzo de 2017

Gracias Señor por la Vida...



Gracias Señor por la Vida que me das,
por los momentos que me regalas,
por tener un proyecto y un plan para mí:
gracias Padre por tenerme en Ti.

Gracias por mis capacidades,
 por los talentos y dones, que me ayudan
a ser puente entre Tu y los demás.

Gracias también por mis defectos,
mis dudas, mis dificultades y mis límites;
con ellos me enseñas que sólo soy
y tengo sentido, en Tus Manos.

Gracias por mi soledad y también por mis afectos,
porque de ese cruce entre los otros y yo,
descubro nuevas experiencias de vida.

Gracias por darme nuevos sueños,
 nuevos proyectos y nueva luz,
después que hubo tanta oscuridad
por soltarme de tu mano.

Gracias por encontrarme, por cuidarme
y protegerme, por llevarme siempre en tus brazos.

Gracias por venir a mí, siempre,
aún cuando yo me he alejado de ti,

Gracias por amarme, como sólo me amas Tu;
y por cambiar mi corazón, llenándolo de tu amor.

Gracias Padre, Dios de la Vida,

por un día más de vida.

Perseverancia en la oración...

Evangelio de Nuestro  Señor Jesucristo  según San Mateo 6,7-15.




Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.

No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,  que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.

No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.


Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. 

Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús

El Padre nuestro es una oración breve y muy profunda, porque nos recrea la intimidad y la alianza por la vida. Jesús nos la enseño, comienza por fijar nuestros ojos en el invisible, el Padre común, lo reconocemos generador de la vida y nos reconocemos fruto de su propia vida. La Vida nos viene de ese Dios que nos engendra; del dador de toda vida. Mirándolo nos miramos porque es Padre único de la pluralidad. Nos reconocemos hijas e hijos, también hermanos y hermanas, en singular estamos incompletos. Son ellos mis hermanos el complemento necesario, irrenunciable para llamarme hijo, para tomar el nosotros, somos muchos, somos todos, somos iguales, el Padre nos une, nadie puede pronunciar Padre Nuestro aislándose o sintiéndose superior a otros, el Padre Nuestro nos recrea la identidad de ser familia de Dios, hijos suyos y en esa medida la hermandad.
Solo entonces podemos avanzar la alabanza y pedir que nos sostenga la vida con el Pan de los hijos de Dios.

P. J. Garcia