jueves, 23 de febrero de 2017

COSECHAS LO QUE SIEMBRAS


La palabra de DIOS afirma:

El que siembra escasamente, cosecha poco.
El que siembra generosamente,
Cosecha abundancia.
                                     2 Cor 9,6

Depende cuánto y cómo damos, es la medida de lo que recibimos. El banco de la vida es justo y nos devuelve lo mismo que antes depositamos.

Además, San Pablo nos advierte, basado en su propia experiencia:

Lo que uno siembre, eso cosechará.
Quien siembra en la carne,
Cosecha corrupción.

Pero el que siembra en el espíritu,
Cosecha vida eterna:

                                   Gal 6, 7-8


Cada uno cosecha y recibe lo que ha sembrado y dado.

Si anhelas más amor en el mundo, siembra amor a tu alrededor. Pero si deseas poco amor, da poco.
Si esperas felicidad, da felicidad a quienes te rodean.

Si quieres sonrisas y bendiciones, sonríe y bendice.
Si te gusta cosechar desprecios, desprecia,

Si deseas bienes materiales, compártelos.
Si buscas amigos, hazlos.

Si prefieres soledad, enciérrate en ti mismo.
Si necesitas que te escuchen, escucha a los demás.

Si quieres una mejor familia, atiéndela.

Si hasta el día de hoy has estado cosechando soledad, enfermedades, tristezas, traiciones, no culpes a los otros. Mejor revisa tu morral para identificar las semillas que has estado sembrando, y cambia las semillas si es necesario, para que pronto, muy pronto puedas cosechar frutos abundantes y permanentes  (Jn 16, 8-16)


Señor, percibo que hoy estoy cosechando lo que anteriormente he sembrado.
Cuando sembré poco, coseché escaso, pero cuando sembré mucho recogí  en abundancia: Mucho amor o resentimiento, poca alegría o paciencia. Mucha esperanza o confianza, poca salud y amistad. Cada vez que sembré vientos, coseché tempestades. Cuando sembré paz, me regresó con altos intereses. Si espigo corrupción y muerte, es porque antes invertí en la carne. Pero cuando sembré en el espíritu, he constatado frutos de vida eterna.
Por otro lado Señor, yo soy el campo. Siembra tu palabra que es espíritu y vida, viva y eficaz, para que de fruto al ciento por uno.

Que el eco del ESPIRITÚ SANTO, que sopla como quiere, multiplique con creces la vida en abundancia que tú siembras en mi corazón.

Radicalidad ante el pecado...

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 9,41-50


Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.

Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.

Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Porque cada uno será salado por el fuego.


La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».

Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús.




Un cristiano debe ser una persona de profunda coherencia, seguir a Jesús tiene una radicalidad tal, que exige compromisos contundentes de vida. El seguimiento de Jesús se refleja en la conducta personal del creyente y en la experiencia comunitaria. Un cristiano esta llamado a ser alternativa en la Iglesia y fermento para el mundo, si no es así no es digno para la vida. Ser cristianos de verdad, no es tan fácil, hay que ser radicales en seguir a Jesús. Si hemos cometido alguna falta o algún error, es momento de  que nos corrijamos y sigamos adelante, siguiendo a nuestro Señor con todo el corazón, nada de medias tintas.