lunes, 20 de febrero de 2017

Creo Señor, pero dame la fe que me falta...

Lectura del Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (9,14-29):





En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. El les preguntó:

«¡De qué discutís?».
Uno de la gente le contestó:
«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».

Él, tomando la palabra, les dice:
«Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».

Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre:
«Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».

Contestó él:
«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».

Jesús replicó:
«Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».

Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
«Creo, pero ayuda mi falta de fe».

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.

El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
«Por qué no pudimos echarlo nosotros?».

El les respondió:
«Esta especie solo puede salir con oración y ayuno».


Palabra del Señor


Creo, Señor pero ¡ayúdame!, Creo pero... ¡socorre mi falta de fe!,  frase que proclama el padre del niño que estaba poseído de un espíritu maligno, sordomudo.
La lección de Jesús es que quien se abandona en las manos de Dios descubre la vida en abundancia que sale de Él, para abandonarse en Dios es importante  que la persona camine por la vida de la fe y se entregue de manera radical en la oración. Dice Jesús: "Para quien cree todo es posible".

Clamemos a nuestro Señor, con corazón  sincero que aumente nuestra Fe. 




JACINTA MARTO BEATA


Jacinta Marto Beata
 Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Marzo de 1910. Fue bautizada el 19 de Marzo de 1910. Víctima de la neumonía cayó enferma en Diciembre de 1918. Estuvo internada en el Hospital de Villa Nueva de Ourém y por fin en Lisboa, en el hospital de D. Estefanía donde murió a las 22.30 horas del día 20 de Febrero de 1920.


Del 21 de Enero al 2 de Febrero de 1920, estuvo en el Orfanato de Nuestra Señora de los Milagros, en la Calle de Estrella, en Lisboa, casa fundada por la D. María Godinho, a quien Jacinta llamaba "Madrina". 

Fue celebrada la Misa de cuerpo presente en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Lisboa, donde su cuerpo estuvo depositado hasta el día 24, día en que fue transportada a una urna para el cementerio de Villa Nueva de Ourém. Fue trasladada para el cementerio de Fátima el 12 de Septiembre de 1935, fecha en que la urna fue abierta.

El 1 de Mayo de 1951 fue finalmente trasladada a la Basílica del Santuario.

Más allá de las 5 Apariciones de la Cova de Iría y 1 de los Ángeles, Nuestra Señora se le apareció a Jacinta 4 veces más en casa durante la enfermedad, 1 en la Iglesia Parroquial en un jueves de la Ascensión, y aún en Lisboa en el Orfanato y en el hospital.

Su vida fue caracterizada por el Espíritu de sacrificio, el amor al Corazón de María, al Santo Padre y a los pecadores.


Llevada por la preocupación de la salvación de los pecadores y del desagravio al Corazón Inmaculado de María, de todo ofrecía un sacrificio a Dios, como les recomendará el Ángel, diciendo siempre la oración que Nuestra Señora les enseñará: 

“Oh Jesús, es por Tu amor, por la conversión de los pecadores  y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María".

La queja de Jesús...

Me llamas Maestro... y no me preguntas.

Me llamas Luz... y no me ves.

Me llamas Verdad... y no me crees.

Me llamas Camino... y no me sigues.



Dices que soy Divino... y no me amas.
Dices que soy Generoso... y no me pides.

Dices que soy Misericordioso... y no confías en mí.
Dices que soy Noble... y no me sirves.

Dices que soy Omnipotente... y no me honras. 
Dices que soy Justo... y no me temes.


Señor, hoy te pido por todos mis amigos...

Tu sabes cuáles, cuántos y cómo son. Algunos más antiguos y otros más recientes, algunos alegres y expresivos... otros tímidos y callados; Otros sinceros y bulliciosos... en fin, todos diferentes, todos especiales y muy valiosos.

Te pido que tengan una buena comunicación contigo... aunque a veces entre nosotros no nos comuniquemos tanto. Que con sus padres y hermanos y en general su familia, compartan mucho... Aunque a veces sin quererlo, nuestro compartir como amigos no sea tan frecuente. Que cuando brinden su cariño a otros, lo hagan con dedicación y lealtad, y obren siempre con sinceridad... 

Aunque a veces la gente que encuentren en su diario vivir no les responda así.

Pero lo que más te pido, Señor, es que el día en que nos llames y nos encontremos todos ahí contigo, sigamos contando los unos con los otros y podamos decir que...

!! SEGUIMOS SIENDO BUENOS AMIGOS !!

Hazme sordo Señor...

NO, cures, Señor, mi sordera.
Hazme sordo para las malas noticias.

Que no escuche ni se alberguen en mi corazón los pensamientos negativos que crean actitudes pesimistas destructivas.

Hazme sordo cuando me dicen que no puedo, que es imposible y que no vale la pena.

Hazme sordo, Señor, para no escuchar a los profetas de desventuras, pero al mismo tiempo, transformame en alegre mensajero de buenas noticias que no apagan la mecha que humea, sino que creen en milagros y esperan contra toda esperanza, porque mi  fe esta cimentada en que un muerto ha resucitado al tercer día.

De manera especial hazme sordo a mis voces internas que aparecen como fantasmas para desanimarme y desalentarme. Que no me deje influir, ni siquiera por mí mismo, cuando el cielo se tiña de gris o el mar amenace con tormentas.

Y cuando vengan a decirme que ya no hay nada que hacer, Señor háblame más fuerte y repíteme: 

Ve, tu fe te ha salvado. No tengas miedo. Amén.

La sordera ante las posturas de derrota, es la vacuna para no contaminarnos de tristeza o desánimo. Las palabras que se albergan en nuestra mente tienen un efecto inmediato; para bien o para mal. Por eso, hay que cerrar la puerta al pesimismo.

No puedes evitar los amargos frutos de la frustración de los demás, pero sí eres capaz de inmunizarte contra sus estragos. No permitas que personas con mente negativa derrumben las mejores y más ricas esperanzas de tu corazón. No consientas que los vientos de las críticas apaguen la llama de la esperanza.

Sé sordo al negativismo y pesimismo, así como a quienes desconfían de ti, asegurándote que no puedes realizar tus sueños.  Si atiendes y das crédito a quienes te hacen temblar con noticias alarmantes y negativas, vas a vivir en  temor y la zozobra.

Somos receptores tanto de buenas como de malas noticias, pero nosotros tenemos la capacidad de abrirnos a las primeras y cerrarnos a las segundas.

Sin embargo, las voces más peligrosas, no vienen de afuera, sino de dentro de nosotros mismos.

En nuestro interior también generamos fantasmas que nos asustan.

Por eso, se sordo a tus gemidos lastimeros que te convierten en víctima y te conducen a la autocompasión. No te creas cuando del fondo de tu corazón brota una voz que repite:


“No puedo, no vale la pena, es imposible.”