domingo, 11 de octubre de 2015

TÚ LO PUEDES TODO

(Mc 10,17-30)


Nuestro mundo está organizado en función del dinero. Con dinero nos sentimos fuertes y poderosos.  Llegamos incluso a pensar que todo tiene un precio, y teniendo dinero podemos comprarlo todo. En un mundo así se hace muy difícil escapar de esta tentación y dejar de aspirar a ser rico.

Por otro lado, cuando tu corazón está lleno de riquezas o de esas aspiraciones de riqueza, no dejas lugar para otras cosas, y las de Dios tampoco. Como el joven rico de hoy, del que no conocemos sino que al parecer era joven y rico, rechazamos la oferta de Jesús de vaciarnos de tantas riquezas o bienes que llenan nuestro corazón y no dejan cabida para más.

Será necesario limpiarlo y dejarlo vacío de todo aquello que oscurece la verdadera visión que esconde esa felicidad que buscamos. Empezamos a amar en la medida que empezamos a desprendernos de todo aquello que ocupa el lugar del amor en nuestro corazón. Y es que en la medida que compartimos, recibimos. Si no compartes pierdes incluso lo que has dejado de compartir, pero también pierdes los bienes espirituales que podías haber recibido. Pierdes todo.

Pero cuando eres capaz de compartir, ganas. No sólo lo material sino también lo espiritual. Eso es lo que Jesús nos viene a decir hoy: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna».

Hace mucho tiempo escribí una reflexión, "mis amigos los curas", que de alguna manera viene a experimentar eso que Jesús nos dice. 

Señor, queremos seguirte dejándolo todo, pero nuestras fuerzas y miedos Tú los conoces. Danos la Gracia de vencerlos y de darnos integramente al servicio de tu Palabra y Voluntad por amor.