domingo, 11 de mayo de 2014

EL PASTOR Y LA PUERTA

(Jn 10,1-10)


Un pastor es figura de quien cuida un rebaño. Y no sólo lo cuida sino que lo defiende, lo conoce y le da todo lo necesario para que viva. El Pastor es la vida y la salvación de todas sus ovejas y todas se sienten seguras en él. Conocen su voz y le siguen sin miedo a perderse.

Jesús es el Buen Pastor y en Él nada me falta. Tengo todo lo necesario, conozco su voy y sigo sus pasos. Sin embargo, a pesar de todo eso hay momentos que me pierdo y me alejo de su voz. Quiero ser pastor de mí mismo y no seguirle. Me seducen las luces del mundo y me alejo del redil.

Pero, a pesar de todo, Él sigue llamándome e invitándome a que le siga y forme parte de su rebaño. Su puerta siempre está abierta y segura de las acechanza de los ladrones. Quién entra por su puerta es bien recibido y añadido a su rebaño. Porque los que no entran por ella traen malas intenciones y vienen a robar y matar. Son ladrones y salteadores.

Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».