domingo, 17 de noviembre de 2013

NO TE CONOCEN NI OYEN TU PALABRA



No entiendo como la gente viven, aparentemente, tan tranquila. Y digo aparentemente, porque la realidad es otra. La soledad y la noche te hacen pensar, y de eso los despachos, antes confesionarios, de psiquiatras están llenos. Y una de las explicaciones que encuentro es que no te conocen Señor, ni leen tu Palabra.

Y es que la ignorancia es muy atrevida, pero no exime de la responsabilidad, pues todos saben dónde buscarte, y de hecho te han oído alguna vez y te han dado la espalda. Imagino cómo se quedarían si te leyeran más a menudo y fuesen comparando la vida real, la que hoy vivimos, con tu Palabra y lo que nos dice cada día.

Hoy nos hace una semblanza de lo que ocurre en nuestra vida. Me parece estar viviendo eso que dices: dificultades, persecuciones, risas, críticas, catástrofes, guerras, pueblos enfrentados...etc, porque todo eso está ocurriendo. Hay gente que están condenados a muerte y encarcelados en condiciones muy duras por no negarte; otros sufren persecuciones injustificadas. Tu Palabra se quiere excluir de la vida pública y de los colegios, y a los que te seguimos nos quieren apartar de las tareas sociales y políticas. Al parecer estorbamos.

Tú, Señor, nos animas y nos invita a perseverar. Nosotros confiamos en tu Palabra y mantenemos la esperanza de tu venida. Te pedimos fuerzas, perseverancia, valor y sabiduría para soportar el camino que Tú nos tenga señalado en tiempo y recorrido. Y nuestra esperanza es, cuando vengas a nuestras vidas, que nos encuentres esperándote.