domingo, 14 de abril de 2013

DE DOMINGO A DOMINGO



Llegamos a cansarnos. Cada día siempre la misma rutina y muchas veces el mismo fracaso. No adelantamos y nos parece estar dando martillazos sobre una roca que nunca cede. Nos ocurre que no vemos los frutos ni tenemos la sensación de lograr algo positivo. Nuestro trabajo no se ve recompensado con la perseverancia de aquellos que reciben el mensaje de Jesús por nuestra humilde predicación.

¿Qué hacer? ¿Regresamos a la rutina diaria? ¿Volvemos a lo mismo? ¿Nos instalamos, en el mejor de los casos, en la comodidad y en la resignación? Sin lugar a duda, necesitamos la presencia del Señor y confiar en Él y en la acción del Espíritu Santo.

No perdamos la esperanza ni busquemos resultados. Habrá quien recoja los frutos y quien vea los resultados de nuestro humilde trabajo. La Gracia del Señor es la que da frutos en nosotros, y a nosotros solo nos toca dejarnos invadir por Ella para que la pesca sea abundante y provechosa. 

Echemos las redes de nuestra evangelización y de nuestro torpe y humilde trabajo y confiemos en el Señor. Nada queda fuera de su vista y de su amor, y en ÉL todo será provechoso y bueno. Tratemos de amar a su estilo y no nos preocupemos por otras cosas. El simple y pequeño amor dará sus frutos.

SANTA LIDUVINA

Santa Liduvina


Con 15 años comienza su dolor cuando cayó patinando sobre hielo y se rompió una costilla. Entró en cama para no levantarse más y a partir de ese momento se suceden todos sus males. Le afectaron infinidad de enfermedades, pero aquella vida era un milagro continuo. El sufrimiento la llenó de espanto y era incapaz de rezar. Sin embargo, cierto día descubrió que su misión en la tierra era acompañar a Jesús en el Calvario.

Desde ese momento empieza a ver lo positivo de la vida y su habitación se convirtió en un hospital de almas. Pasó al cielo el 14 de abril de 1433.



14 de abril de 2013. III Domingo de Pascua. Ciclo C.
Oración de la mañana (laudes)

Oraciones del día descargables en PDF aquí.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.