lunes, 18 de febrero de 2013

EN DEFENSA DE LA VIDA

Cuarenta días por la Vida
13 de Febrero al 24 de Marzo 2013
Día 5 – 17/2/2013
España_SALVADOR SEVERO PÉREZ ALAYÓN -  deahaba@gmail.com  
“Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social.”
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER
Reflexión
Dios Mismo nació como un niño. La grandeza de una persona no depende del tamaño, puesto que el Rey de Reyes recién nacido es un pequeño.
Oración del día
Oremos para que la amenaza de aborto contra los no nacidos que no alcanzan tamaño adecuado sea eliminada.
Motivación del día
Cuando esperamos algo, buscamos siempre que sea algo especial. Nos desilusionamos si nuestras expectativas no se corresponden con algo grandioso o en proporción a lo esperado. Nuestra tendencia es siempre sorprendente y notable. No aceptamos, o mejor, no nos gustan cosas pequeñas, con poca notoriedad, que no llamen la atención. Queremos ser notados y centro de nuestros actos. Y ese afán notorio nos lleva a tomar decisiones, decisiones que en muchos casos no nos corresponden, tal es el caso de decidir sobre la vida de los demás.
Porque no puedes decidir sobre tu propia vida. Te ha sido dada sin contar contigo, sin pedirte permiso y sin ningún tipo de elección. Ni se te ha pedido parecer para elegir a tus padres. Has nacido por obra y gracia de Dios en colaboración con el misterio humano de ser concebido en el seno de tu madre. Pero tú no has contado para nada ni en nada. Sin embargo, estás vivo y vives. Muchas gracias tendrías que dar a tus padres por acogerte a la vida, y ofrecerte una familia donde vivir, educarte y alcanzar el desarrollo integral hasta la madurez.
Sin embargo, quizás ahora, tú si tratas de decidir la vida de tus hijos, y eliges quitarle la vida a quien vive dentro de ti. Piensa, que a ti te dejaron nacer a la luz. ¿Tienes tú derecho de quitársela a otro? ¿Tanta importancia te das para tomar una decisión así? ¿Crees que la vida de tu propio hijo no vale ni merece el respeto que tuvo la tuya? Mira, la grandeza no se mide por el tamaño, ni tampoco por el estado de madurez que se tenga en el momento de nacer un niño. Jesús, el Rey de Reyes, vino al mundo como has venido tú. Un niño nacido en condiciones igual o peor que la tuya. En un simple pesebre abandonado, de noche y sin más asistencia.
La grandeza se mide por el amor. Un amor, como el de Jesús de Nazaret, capaz de dar su vida por ti, obedeciendo la Voluntad del Padre. Un Padre que te ha regalado esa vida y que te acompaña para que la puedas vivir en plenitud hasta volver a Él. ¿Te parece que tienes derecho a interrumpirla por pequeña que sea?
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Padre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
Enlaces de interés:
Oraciones en otros idiomas (inglés, italiano, finlandés)

SAN ELADIO

San Eladio


Nació en una familia de buenos cristianos en la segunda mitad del siglo VI y destacó por su devoción y fidelidad a la vida cristiana. El Rey lo nombró administrador de sus finanzas, pero Eladio siente la llamada de Dios y tomó hábito. A la muerte de Aurasio accede al cargo de Arzobispo de Toledo. Pasó 18 años al servicio de los Cristianos como sucesor de los Apóstoles, construyó el Templo de Santa Leocadia y murió en el año 632.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO 
 
 Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

Antífona 1: A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.

SALMO 5: Oración de la mañana de un justo perseguido
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.

A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.

Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.

Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.