domingo, 19 de mayo de 2013

El Papa recuerda que «la desinformación, la difamación y la calumnia son pecado»



Nada mejor que esta reflexión y comentario a la Palabra de Dios del Evangelio propio del sábado. No debemos ni somos nadie para juzgar y hablar de la vida de los demás. Les dejo con la reflexión del Papa (ver también enlace aquí):

El cristiano debe vencer la tentación de «mezclarse en la vida de los demás». Fue esta la exhortación del papa Francisco en la misa que celebra diariamente en la Casa Santa Marta. El santo padre también destacó que el chisme y la envidia hacen mucho daño a la comunidad cristiana y que no se puede «decir solo la mitad que nos conviene». En la misa, concelebrada con el padre Daniel Grech del Vicariato de Roma, asistieron un grupo de estudiantes de la Universidad Pontificia Lateranense, dirigido por el rector monseñor Enrico Dal Covolo.

(Zenit/infoCatólica) Según informa Radio Vaticana, partiparon también Kiko Argüello, Carmen Hernández y Mario Pezzi del Camino Neocatecumenal; y Roberto Fontolan y Emilia Guarnieri de Comunión y Liberación.

Ni chismes ni comparaciones

«¿A ti qué te importa?» El papa Francisco ha desarrollado su homilía a partir de esta pregunta que Jesús dirigió a Pedro, que se había inmiscuido en la vida del otro, en la vida del discípulo Juan, «a quien Jesús amaba». Pedro, señaló, tenía «un diálogo de amor» con el Señor, pero luego el diálogo «se ha desviado hacia otro carril» y él también padece una tentación: «Inmiscuirse en la vida de los otros».

Como se dice «vulgarmente», dijo el Papa, Pedro hace de «curioso». Es así que ha centrado su homilía en dos modalidades de esta intromisión en la vida de los otros. En primer lugar, la «comparación», el «compararse con los demás». Cuando existe esta comparación, dijo, «terminamos en la amargura y hasta en la envidia, y la envidia arruina la comunidad cristiana», le «le hace mucho daño», y «el diablo quiere eso». La segunda forma de esta tentación, agregó, son los chismes. Se empieza de una manera «muy educada», pero luego terminamos «despellejando al prójimo»:

«¡Cuánto se chismea en la Iglesia! ¡Cuánto chismeamos nosotros los cristianos! El chisme es propio despellejarse, ¿no? Es maltratarse el uno al otro. ¿Como si se quisiera disminuir al otro, no? En lugar de crecer yo, hago que el otro sea aplanado y me siento muy bien. ¡Esto no va! Parece agradable chismear... No sé por qué, pero se siente bien. Como un caramelo de miel, ¿verdad? Te comes uno -¡Ah, qué bien! -Y luego otra, otra, otra, y al final tienes dolor de estómago. ¿Y por qué? El chisme es así: es dulce al principio y luego te arruina, ¡te arruina el alma! Los chismes son destructivos en la Iglesia, son destructivos ... Es un poco como el espíritu de Caín: matar al hermano, con su lengua; ¡matar a su hermano!».
En este camino, dijo, «¡nos convertimos en cristianos de buenas costumbres y malos hábitos!» Pero ¿cómo se presenta el chisme? Normalmente, ha distinguido el papa Francisco, «hacemos tres cosas»:

El cristiano no difama ni calumnia

«Desinformamos: decir solo la mitad que nos conviene y no la otra mitad; la otra mitad no la decimos porque no es conveniente para nosotros. En segundo lugar está la difamación: Cuando una persona realmente tiene un defecto, y ha errado, entonces contarlo, «hacer del periodista»... ¡Y la fama de esta persona está arruinada! Y la tercera es la calumnia: decir cosas que no son ciertas. ¡Eso es también matar a su hermano! Todas estas tres–la desinformación, la difamación y la calumnia– ¡son pecado! ¡Este es el pecado! Esto es darle una bofetada a Jesús en la persona de sus hijos, de sus hermanos».
Es por eso que Jesús hace con nosotros como lo hizo con Pedro cuando lo reprende: «¿A ti qué te importa? ¡Tú sígueme!» El Señor realmente nos «señala el camino»:

«El chisme no te hará bien, porque te llevará a este espíritu de destrucción en la Iglesia. ¡Sígueme!». Es hermosa esta palabra de Jesús, que es tan clara, es tan amorosa para nosotros. Como si dijera: «No hagan fantasías, creyendo que la salvación está en la comparación con los demás o en el chisme. La salvación es ir detrás de mí». ¡Seguir a Jesús! Pidamos hoy al Señor que nos dé esta gracia de nunca inmiscuirnos en la vida de los demás, de convertirnos en cristianos de buenos modales y malos hábitos, de seguir a Jesús, para ir detrás de Jesús, en su camino. ¡Y esto es suficiente!».

Durante su homilía, Francisco recordó también un episodio de la vida de Santa Teresita que se preguntaba por qué Jesús dio tanto a uno y poco a otro. La hermana mayor, tomó un dedal y un vaso y los llenó con agua, y luego le preguntó a Teresita cuál de los dos estaba más lleno. «Ambos están llenos», dijo la futura santa. Jesús, dijo el papa, hace «así con nosotros», «no le importa si eres grande, si eres pequeño». Él está interesado en que «estés lleno del amor de Jesús».

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